Gustavo Echegaray

Déjenme solo

Déjenme solo esta noche,  
que es noche porque alguien  
se llevó el sol una tarde sin destino,  
y me dejaron, por luceros,  
los ojos de un amor que nunca vuelve,  
de un amor que no se va.  

Quién, díganme quién,  
no ha sentido esa sombra tibia  
que arde al fondo de un trago,  
apurado en la copa del silencio,  
esperando ahogar el eco  
de una pena que le muerde el alma.  

Quién no buscó, alguna vez,  
en la espuma fugaz de una cerveza,  
un lugar para enterrar  
los restos grises de un beso perdido,  
esos besos que se fueron  
una tarde que no sabía hablar.  

Quién no quiso encontrar su reflejo  
en el trinar azul de una guitarra,  
atrapar una canción  
que repitiera su historia fría,  
la que la vida, golpe a golpe,  
escribió en su pecho de montaña.  

Déjenme solo esta noche,  
que es noche porque alumbran  
faros negros en las rocas  
de un mar que lleva en sus olas  
un amor que nunca vuelve,  
un amor que no se va.