Francisco M. Ortega

Distancias

 

 

Colgado en la pared de la ladera

un cementerio blanco se deja ver

en la monótona lejanía.

Retirado y silente enseña

algunos nichos donde reposan

nombres que la memoria solícita recuerda

en inscripciones de piedra.

Su soledad barrida por el viento

acompaña la soledad de quienes

se sintieron ser y fueron causa.

La tarde escancia un rayo último de sol

sobre sus blanquecinas tapias

como quien interpreta agotado

un solo de trompeta.