Una nube negra y fría
cubrió a mi cielo azulado
y una ola que crecía
despertó a mi mar calmado.
Una lágrima en los ojos
ahogó en mi boca la risa
y una chispa de ilusión
dejó a mi cuerpo en cenizas.
Aquella rosa sagrada
de corola perfumada
que odorificó mi lecho,
como espina envenenada
quedó enterrada en mi pecho,
dejando vacía una almohada.
Aquella musa bendita
de los ojos de diamante
y de corazón tan blando,
dejó a mi cuerpo temblando.
Su corazón fue piedra
y sus ojos de burbuja
y en el viento se escaparon
cual por magia de una bruja...
Aquella bella oración
que de mi boca brotaba
se transformó en maldición,
aun con las mismas palabras.
Hoy mi corazón palpita
tenuemente y con despecho.
En su palpitar grita
su angustia y su sentimiento.
¡Quién puede mirar la vida
a través de ojos llorosos...?
pues el cielo aunque azulado
siempre parece lluvioso.
Yo antes cantaba contento
y ahora ya no sé cantar.
¿Quién puede cantar los versos
de alguna hermosa canción,
si las notas que se cantan
son las gotas de un quebranto
que salen del corazón...?
*