Esperé como espera la noche la mañana.
A Que a las dos de la madrugada abrieras tu ventana.
Envuelto en la penumbra, me alumbraba tu mirada.
Como hoguera que calienta la alborada.
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Dos de la madrugada, dos seres que se aman.
Bendita ventana, Complice, de besos impacientes.
Que entre los barrotes poco a poco se entramában.
Como dos leños de una fogata ardiente.
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¡Ay de mi!, si tu padre nos descubriera entrelazados.
Encontraría la muerte entre tus tibios brazos.
Y como tragedia de Verona,
Nuestros corazones destrozados.
Con la terrible música de la furia de tu padre y sus balazos.
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Que importa el morir, con el corazón en pedazos.
Si por un momento me llevaste al cielo.
Hoy duermo el sueño eterno en tu palpitante regazo.
Que cruel, este amor, tan lleno de desconsuelo.
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
28 de Noviembre de 2023.