jvnavarro

UN SUEÑO MUY VERDE


La noche ata a pasiones 
que por el día son burbujas
que al ir a cogerlas estallan.

Entre fuegos fatuos
 está noche viví 
una odisea extraña, 
en si fue
 algo parecido 
a un renacer de mi alma
en forma vegetativa.

Me vi vestido de blanco
 y paseaba. 
Iba contento
no llevaba corbata,
lucia una pajarita
que a mi garganta se aferraba 
y de vez en cuando volaba.

Hablaba una lengua extraña
y todo tomaba 
unas formas expresivas 
 muy raras.
 
El amor, 
se pronunciaba patata, 
los besos, 
eran  tomates de Canarias
y las caricias, 
manzanas
y las mujeres significaban 
cebollas dulces para ensaladas.

Y así se trata
que me enamoré,
¡que pasada!
de una cebolla dulce
y con ella paseaba,
la llevaba de la mano
y ella me miraba y miraba, 
mientras yo hacía lo mismo,
disfrutaba.

Era ella una cebolla dulce,
de todas 
la que más me gustaba,
por su forma de ser,
por su talle
y ojos que resaltaban, 
cómo perlas en oro engastadas.
Su don de gentes 
era un pasada.

Mi amor al pronunciarlo
 en forma de patata
era para aquella cebolla dulce
que a mí me amaba
cómo si yo fuera 
otra patata.

Y entre caricias 
en forma de manzanas
en la cara, 
en su pelo, 
en sus nalgas
ella me besaba,
 bajo la forma de muchos tomates 
y yo le devolvía
 tomates a toneladas.

Una noche larga fue
con mi cebolla
ya amarga,
de tantos tomates, manzanas
y cebollas dulces y amargas 
dando vueltas 
al rededor de la cama.

De un bote salté 
de entre las sábanas,
 y me di cuenta de que 
las cortinas desde el techo al suelo
eran totalmente blancas, 
que una pajarita 
volaba por la estancia
y al abrir la nevera 
dentro estaba
totalmente de frutas atiborrada.
 
No faltaban verduras, 
ni patatas 
ni cebollas, 
ni manzanas 
ni tomates,
 alcé la persiana 
y por la calle marchaban 
las mujeres con sus carros de compra 
y dentro llevaban....., no sigo, 
el aliento me faltaba,
me volví a la cama, 
pues a lo que vi
el sueño continuaba,
no podía quedarme en aquella 
perdida nada, 
de tantas verduras y frutas plantadas.

Pensé que me habían tendido
una celada,
me dormí, descansaba,
habían desaparecido los artífices
de mi sueño 
y en eso me dije,
menos mal que todo pasa.
 
Me desperté de madrugada.
Me mire en el espejo 
y en el cristal me reflejaba 
en forma
de un gran tomate 
y abrazaba 
a una cebolla que me acariciaba.
 
El terror  por dentro me embargaba,
grité a mi mujer:
 ¿cebolla donde estás?
y ella desde la cocina
 me contestaba,
si quieres un buen tomate,
 yo te daré mi amor
uno de esos que a ti te agradan.

Estoy en el psiquiatra,
no se lo que me pasa, 
he crecido en vitalidad
y ganas 
de mirar a la vida de cara.
Gano en la bolsa 
y en la banca 
y he recibido una carta
de una vieja amiga, 
ella, 
cebolla morada,
que me amaba
a base de patatas, 
es decir ella de mi estaba
 muy encebollada.
 
Ahora descanso,
no se lo que esta noche
pasará en mi cama,
por de pronto 
llevo puesto el pijama,
para nada me veo vestido de blanco y con
 pajarita blanca
alrededor de la garganta.