Si en un despertar ya no lejano,
abro los ojos a la vida
y veo mi alcoba desconocida
del color antes tan cotidiano;
si al mirarme confuso en el espejo
no conozco mis ojos ni tus ojos,
si mi nombre no puedo ya escribirlo
y el retrato de mis padres
fuera el fortín de dos desconocidos,
no sabré la parte de mi historia
borrada del cajón de la memoria,
ni el tiempo que me quede
ante el sempiterno olvido.