Los muros están tristes como la mañana opaca y fría
¡Qué tristeza la mía! el viento las hojas levanta,
las lleva flotando a la lejanía.
Volando a ningún sitio, a ninguna parte, letanías
del destino que padece el alma mía;
sin tristeza, pero con melancolía
por no comprender adónde mis pasos me guían.
Qué importa el destino ni la identidad de este pesar,
que me oprime el respirar
sin ninguna necesidad,
como queriendo ocultar la tristeza,
el llanto , mi pesar.
Aunque busco lugares paradisíacos, valles sin explotar.
Qué desaliento obtendré si quiero llevar
la luz de tu mirar de un lugar a otro sin causar
daño a nadie, a ningún lugar.
Viajando cómo las olas del mar
en vaivenes de felicidad.
Qué estrella fugaz vendrá
a recibirme cuando empiece a volar
y mis piernas no pesen, leviten en el océano de bondad
que mi cuerpo buscando va,
viajando por dulces sueños de cristal
que en cualquier momento en pedazos se desharán
para soltar el lastre de tu maldad.
Qué unicornio azul tendrá nuestras cartas escondidas
en el baúl de la santidad; perdidas,
marchitas, sin color, escondiendo nuestras historias
de amores, nuestras ilusiones,
palpitaciones
que hoy quiero recobrar, a pesar de la mañana opaca y fría
Qué tempestad vendrá a sacarme de este sopor,
de esta situación maldita que me hace dudar ,
sudar sin respirar, sacar al polo sur de la oscuridad.
Pero una mar gruesa vendrá, que limpiará
mi frente de esta perversa cotidianeidad
y brillará como la aurora boreal.
Qué mano vendrá ,a saciar está sed,
a darme de beber de la jarra de la felicidad
y, encenderme la lámpara de Aladino
para salir de la oscuridad
de esta mañana opaca y fría
que me tiene en dicotomía tristeza o alegría.