Corazón inquieto, corazón callado
enrojecido de tanto amar,
hacia dónde vuelas tan ligero
que no hay ventarrón que te detenga
raíz o terruño que someta
el rastro de sangre en los senderos
azulados en olas del mar
que alguna zancada hayan borrado.
¿Descubres azaroso el destino eterno
del zozobrado y terreno lugar?
¿Acaso confundido extraviaste
el oriente de ligeros pasos?
¿no afirmabas que el sendero andado
el olvidado que siempre buscaste,
aquello que llamabas hogar
y pugnabas con notorio esmero?
Corazón inquieto, corazón callado
¿cuándo encontrarás al fin tu paz?,
¿cuándo el bombear incesante
sonará una hermosa melodía
y no solo el tambor que palpita
llamando a los demonios errantes
de su tardo sopor despertar
y pugnar añejos significados?
No procures encubiertas respuestas
pues quizás ya no subsistan más,
como aquel curioso gambusino
el hallar no ha sido tu misión,
solo escudriñar cada rincón
de descubrir si tu destino
en áureo resplandor está
o en la esterilidad de la tierra.
Corazón inquieto, corazón callado
cansado de latir y tanto andar,
incansable músculo de historia,
riega con fértil riego de vida
las campiñas de la anatomía
de nuestra presencia transitoria,
que pospone al palpitar
la herencia de la muerte y su legado.