Mis ojos captaron el momento en que el mundo se detuvo por un instante. Una figura de otro mundo, de otra vida, se hacía presente. El corazón martillaba un flujo de sangre desesperado; sin huidas, sin fuerzas para correr.
Cada sentido erguido por una corriente espontánea y rigurosa
¿Estas son mis manos?
¿Acaso este es mí cuerpo?
Por poco casi pierdo mí propio control
¿Alguna vez lo tuve?.
Que sencillo confundir las probabilidades, que absurdo pensar desde lo lógico y funcional. Pero nada difícil crear una idea ficticia.
Frente a tal figura, aquella que me petrifica, que pone cada nervio existente en máxima alerta. Retomo, hay pulso, no es fervor o deseo, no es un corazón que siente el viento correr por su superficie, no es libertad.
Es miedo.
Es terror y no hay por donde huir.
Y no hay por qué huir.