Mi atardecer fue triste,
pues sin ti ya no existe
en mi vida consuelo.
Se tornó negro el cielo sin ocultarse el sol,
y mi vida sin huella se quedó en la penumbra;
porque no había ni estrella,
ni selva, ni desierto, ni tundra.
Mi atardecer fue triste.
En mi jardín florido se marchitó la flora
y desperté dormido en un día sin aurora,
donde sólo las sombras y un silencio que aturde
a la mente y materia con su miseria cubren.
Mi atardecer fue triste,
pues en mí ya no existe
nada que me despierte
de mi dormido anhelo.
Preso en el desconsuelo vive mi cuerpo enfermo
y flota en la memoria un fúnebre recuerdo,
en el cual ya no hay Gloria,
ni tampoco un infierno.
Mi atardecer fue triste
pues sin ti ya no existe
en mi vida consuelo.
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