Decadentes.
Fetidez emanando de las alcantarillas,
cuna de aquellos, que supuestamente,
cual hienas, pisotean a otros,
el hedor acompaña carcajadas,
se suelen arrastrar, están podridos
pestilencias apenas perceptibles.
¿ Son lagrimas ahogando esperanzas ?
un arrullo inerte hacia la conciencia,
al son del humo que se desvanece,
la distancia, el parto a cicatrices
ladrones sin rostro en desolación,
ocultos, sin intención de revelar.
El juguetero les observa desde la plaza
mientras sus promiscuas muñecas bailan,
al son de la voz del santo parlante que proclama,
quienes son los elegidos del reino de los cielos.
Feligreses arrojan monedas en la fuente,
y las muñecas iluminan con el fuego de su intimidad.
En las esquinas insignificante arrastrados,
hunden la nariz en cocaína,
aspiran, el impulso de ser osados, apasionados,
llevar alguna muñeca caliente a la oscuridad,
dando rienda a estados lujuriosos
de dos o tres minutos de ¡ Felicidad !
Aun cuando la acción sea pueril
gozan la embriaguez sexual, para sonreír.
Reflejos de alma distorsionado y servil
gélidos espacios, ralos que transitar.
Títeres ante fuerzas más poderosas,
bajo la caída de la civilización,
Las ramas de los árboles son incineradas,
necesidad banal, de atisbo de calor,
al perder los espontáneos afectos,
la levedad de alegría cristalizada,
restos, en satisfacciones superficiales
cayeron en declive, por alcantarillas y dolor.
Elthan.