.Aquí están hoy dos almas gemelas entrelazadas y al contraluz se dibujan asomadas a una ventana que mira hacia la mar.... a veces serena, por ratos revuelta, pero siempre azul, aunque con diferentes matices...
Tal cual como es el amor genuino que jamás está quieto porque está vivo y necesita expresarse donde nazca, en cualquier terreno y en todas sus formas y colores, en el lugar, donde coincidan las ganas, la risa y sobre todo la complicidad para ser felices sin reservas y con entrega total.
Es que el amor además de tener el exquisito sabor a juventud tiene el encanto de transformar nuestra mirada, afinar nuestros cuerpos y volvernos adolescentes juguetones, dispuestos a descubrirnos otra vez en la fusión con el otro.
La alegría de vivir renace en cada una de nuestras células cuando se tiene a alguien con quien caminar tomados de la mano o simplemente acompañarse para saborear una manzanilla tibia, antes de meterse bajo las mantas.
Ha transcurrido mucho tiempo desde que vivimos nuestros primeros amores y cuando ya creíamos que nuestra sensualidad y la pasión de otrora estaban en decadencia, brilla una lucecita de Bengala en nuestro sino y estallan los deseos de abrazar, besar, sentir sin resquemores y entregarnos a esa magia que percibimos que también envuelve a ese ser maravilloso que llega libre y que dejó atrás sus temores para compartir el regalo de una nueva experiencia con la vida y desde un \"nosotros\"... y lo más sublime, rendirnos ante la inmensidad de un sentimiento que sin más, nos dicta en secreto, que es posible volver a amar y empezar con renovados bríos a descubrir nuevos horizontes.
Y del Ávila