Tome al fin, el fruto sublime de tu pecho
acaricie tu piel blanca como deshilando el tejido
con el roce de mis dedos se desprendían los hilos
que contenían las voces, las palabras y susurros
como savia, como espíritu cándido descubriendo la vida
Tome al fin, las raíces virginales de tu vientre
bajo la blasfemia del fuego que se encendía ante tu figura
en la ceremonia devota de la desnudez
contemplada por mis ojos, posados a tus pies
como ante la Venus perfecta que te deslumbra
Tome al fin, el silencio sacro de tus labios
ascendiendo desde el gris áspero de mi alma
hasta alcanzar el ritmo lento de tu latido
descubriendo la luz sencilla de tus ojos
como aventura y paz para mis calendarios
Tome al fin, los escombros raídos de mi vida
sordos, mudos, ciegos, colmados de lágrimas inmóviles
plenos de hastío y abandono,
entre las paredes grises de mis días
para enterrarlos en el pozo cavado por tu ternura
y renacer como higuera florecida
anhelando tu boca y tus besos