Te seguiré los pasos, campesino;
te imitaré tus dones labradores;
cultivaré este mundo, con amores,
para encontrar la paz que nunca vino.
Dibujaré con versos, tu destino
y pintaré los años de colores;
anularé por siempre, los dolores,
para sembrar justicia en el camino.
Recogeré los frutos del trabajo
y de los versos míos, día a día;
cosecharé las nueces, desde abajo,
que sembraré en los surcos de alegría;
y brotarán con fuerza, sin quebrajo…
¡Los que labrando vayan la utopía!