vago en los arrabales
entre deleites mundanos
-mis entrañas solamente
añoran el calor del hogar
donde tú reinas-
oh mía:
recuerdo que tus acentos
y tus ojos me curaban
los abscesos y hoy los evoco
fuiste numen para el bardo
con tu elegancia
proveniente de los campos
-y con tus manos que sanadoras
como joyas sin parangón escondías
entre la suavidad de los pétalos-
te he soñado
-oh soberana de mis anhelos-
y has sido mi impulso y mi temple
aunque soy árbol y me seco
tú siendo ave
habitas permanentemente mi ser
-hoy que me hallo abatido
es tu regazo mi templo-
después del cismo me quedan
únicamente los escombros
-recurro a ti que no te rindes
y que no caes-
será la terneza de tus ojos
mi lumbrera
en lo tenebroso de las tinieblas
-eres la santa que atiende mis plegarias-