Fueron tus besos y abrazos,
tus gritos y tus rechazos,
regalos que del cielo tuve
en días y madrugadas
por el olvido aventadas
y con ardor consumidas.
Hoy son el tedio y hastío,
los silencios y el repudio,
condenas que en esta vida,
en noches y en madrugadas,
me tratan como madrastras
de un amor ya concluido.