Alma herida
¡Qué fácil se te hace que yo derrame el llanto
así, como una fuente, directo, sin parar!
¿Qué tienes dulce niña, que te amo tanto, tanto
y no puedo olvidarte, queriéndote olvidar?
¿Qué ha sido de nosotros que el tiempo nos divide
si antes de mirarte, yo te pensaba ya?
Observo cómo el viento solloza y también pide
que trate de encontrarte... pregunto, qué será...
No sé cómo pedirle la luz a tus ojazos
si siento que en el alma palpita una ilusión,
no se cómo decirte que lloro por tus brazos;
por eso te pregunto: ¿tú tienes corazón?
Mi alma entristecida se va muriendo en penas
cargada de preguntas que oprimen el sentir,
si lees estas letras, desata mis cadenas.
¿Qué tienes dulce niña? ¡No me hagas más sufrir!
Samuel Dixon