La verdad
Hay un corazón perdido entre dos montañas. Va buscando alegre la línea del horizonte para orientarse. Va buscando la verdad.
Así va tarareando como un grillo, un canto, a veces triste, otras nostálgico, y casi todo el tiempo silbando las viejas querencias , tratando de remontar el vuelo hacia un pasado que ya no existe pero que le ha hecho viajar por los agrestes senderos de la vida.
Aferrado a la mano del Omnipresente para conseguir una estrellita que brille en el camino de las incertidumbres de su viaje, buscando incesante y con paso firme, el norte que lo llevará al encuentro con la verdad que por su transparencia puede pasar inadvertida, y hasta por invisible si se descuida... Pero avanza alerta, porque sabe que es muy fina, la línea entre perderse y encontrarse.
Pudiese ocurrir que la verdad con su brillo encandile a quienes tienen que verla y de igual manera no serviría de mucho que se plantara frente a quien no quiere verla, porque está hecha de alegrías dolorosas y ese corazón no se engaña.
Y qué hay de sentir la verdad en nuestra vida?
Muchas veces está en el aire y tal vez podamos no sentirla, porque ha sido tan sutil e ingrávida, que casi no pesa. Otras veces es tan cruda que si la colocamos en una balanza, su peso se traduce en toneladas que aplastan la razón y ya no parece una verdad liberadora, sino un castigo sacarla a la luz.
La verdad, la verdad... Quién posee la verdad si está vestida de ilusión? De sinceridad, de lágrimas y de culpa... Estamos dispuestos a aceptarla y a abrazarla con todo el corazón?
Tal vez el corazón siga deambulando en pos de lo que no quiere hallar o se llene de coraje para mirarla y así, de una vez por todas y para siempre saber que después del momento más oscuro, la claridad vencerá y la luz de la verdad dará la bienvenida a un espíritu renovado, libre y feliz.
Y del Ávila