En esta Navidad,
mi anhelo es distinto
al tradicional relato de Belén.
Buscaré refugio en el calor
de los lazos familiares,
donde la luz de la esperanza
se erige como faro eterno.
Mi deseo es trascender las fronteras
de un pesebre para hallar morada en corazones
unidos por la oración y la fortaleza.
Este año,
mi nacimiento no será en Belén,
sino en la aceptación de la infinita
pobreza del alma,
donde reside el auténtico valor de la vida.
Concederé deseos tan vastos como el horizonte,
porque en la unión familiar descubro la magia
que transforma la oscuridad en resplandor,
y en tu corazón hallaré mi verdadero hogar.