Como quisiera decirte, decirte cuanto te quiero;
pero tan solo al mirarte hasta se me enchina el cuero.
Como quisiera besar, besar esos labios rojos
y hacer de todo tu ser, esclavo de mis antojos.
Quisiera poder tocarte, pero ni tocarte puedo,
porque tan solo al mirarte, hasta me tiemblan los dedos.
Tal parece que uso faldas, pues se me olvidan mis mañas;
puedes tú quebrar mi espalda con una de tus pestañas.
Muchos creen que soy muy fuerte; pero sí solos estamos,
me haces tú sentir la muerte con tus pequeñitas manos.
Tus ojos como fogata, sólo con verme me aterran.
Ojos como uñas de gata que al mirarme me desgarran.
Tan solo con un cabello de tu cabellera obscura
puedes degollar mi cuello o destrozar mi cintura.
Mas que preciosa tortura, siendo tú mi cruel verdugo
y aunque la frente yo arrugo, bien lo acepto con bravura.
Mas soy un cobarde necio y mi temor disimulo;
con mi deseo de tenerte prefiero pagar el precio...
Pues el amor que yo siento es más grande que el temor.
No me faltará valor de vencer tus sentimientos.
Si me crees débil varón, tendrás que admitir con tiempo
Que algún día prosperará con la pasión que anticipo.
Y mis verbosas palabras— y mi sentimiento lícito —
al decirte lo que siento es para que tu pecho abras.
Porque yo creo que el desprecio que tú me brindas esconde
la esperanza o el indicio de un amor potente y grande
que tendrá que florecer, gracias a mi persistencia.
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