Todo el día, medio dormido, desnudo en el frío.
Apagado y aterrado, porque me la paso en este estado.
Si a algo estuviera destinado sería a ser sufrido abandonado.
Desde nacido, melancólico y complicado.
Compensando al niño que fue negado,
Desquitando timbres de los pesados,
Encontrando la vida en el pecado,
Y balanceándola con lo sagrado.
Sin saber donde estoy ubicado, aunque estoy sentado,
Solo veo hacia una esquina, dos muros de rutina.
Es mi ruina moralina, semejante a la neblina,
Que te atrapa y te alucina, apuñala sin espina.
La tormenta que se avecina a mi vida opalina
Me sorprende y examina, me inyecta de morfina.
Me duerme aquí en mi esquina, mientras todo se termina.
Me mezcla y me combina con el resto de mi vida.
Mis lágrimas se congelan de modo que fascina,
Y mi cara se sangrenta sin dejar ninguna herida.
La ventana ya se cierra, pero falta la cortina,
Pero antes de que acabe no sé si me despida.