Quiero ser amada,
quiero ser una piedra preciosa en un par de hojas.
Hazme sentir más linda que los rubíes, haz que estos sean vana comparación a mi lado.
Deséame tanto que las personas tengan envidia de mi existencia, de lo mucho que me amas,
que me romantizas,
que me adoras.
Déjame ser tu María Casares, y tú mi Albert Camus;
escríbeme poemas como Marx a Jenny,
déjame ser tu Simonetta Vespucci.
Caricaturiza mi existencia,
persígueme,
arrúllame,
acosa mi alma herida hasta que la cicatrices mermen,
hasta que ya no quede nada gravado sobre mi torturada piel.
Deséame con todo tu ser, condúceme hasta lo más profundo de tu sentir, déjame ocupar en su totalidad tu corazón.
Pido tanto, soy tan demandante.
Debería empezar a asumir que mi rol no es ser amada, sino ser el amador,
el apreciador,
el contemplador.
Nadie me va a mirar con los mismos ojitos amadores con los que miro yo.