jvnavarro
DONDE ROMPEN LAS OLAS
Un día más y viendo estamos
como rompen las olas
contra los agrestes acantilados
de Mohe
y de aquellos lugares
que en los sueños visitamos
por las noches después de acostarnos.
Ya el mar de los románticos
queda en este poema triturado,
pues hoy es día
para hacer
lo que nos venga en gana
y además estamos cansados
del idílico contacto,
entre el mar y las olas
eternamente, se dice, enamorados.
Vemos en estos paisajes
de vida humana olvidados,
el vacío de las rocas
con sus entrañas inteligibles
repletas de acotados silencios
por el tiempo configurados.
Duermen de forma eterna
en esos paisajes sacados
de cuadros tenebrosos
las almas negras
de quienes hasta allí se acercaron
en algún instante de su existencia,
entre desconsolados llantos.
Siempre a la espera estamos
de en estos sueños
tan bien trenzados
descubrir un soplo de vida.
Solo uno
sería bueno al caso,
para demostrar al mar
que su viveza
se fue sin conseguir
su deseo anhelado.
La mar socava los cimientos
de lo deseado,
el amor, la ternura, el tacto,
la sonrisa y la mueca
de quien espera algo.
Quiere el mar en este poema
que el castillo de arena
se venga abajo,
que todo sea
un inhabitable páramo,
que su fondo marino sea un camposanto,
con cruces de corales
y con lápidas construidas
con las quillas de los barcos.
Nos vamos,
entre costas de la muerte,
entre grandes tormentas
que llegan
batiendo sus olas,
ya los cuerpos
en las playas abandonados,
despojos que en nada recuerdan
a cualquier ser vivo gozando
de los placeres de un día
descansando.
Se gestan
en los corazones voraces
de los dioses
adictos a mares desangelados
batallas que traen
en el interior de tristes poemas
escritos para ser quemados
los atomizados lamentos
de quienes mueren
y claman cantando
perdidos himnos sagrados.