Me dijo que sobraba, me dijo tantas cosas que fueron directo a lastimar. No le importo si me hacía sufrir, si me hacía llorar; si mis lágrimas se escapaban delante suyo. Juro que intente resistir; no quería que viera que logro matarme con sus palabras. Pero fue más fuerte que yo y llore mientras lo escuchaba, mientras mí alma se deshacía de a poco. Me quedé sin qué decir; no tenía ganas de retrucar en ese momento, ahora tampoco. Lo único que me quedo fue un; - y ahora qué hago, qué digo y qué me callo. Me pregunte si valía la pena disparar con la misma arma, o si ignorar, o decir un simple; - ok. Era lo justo. No obstante el silencio fue incómodo porque lo oía sonar en mí cabeza, llamándome: \"un lastre\", \"lo peor que le pasó en la vida\". Me quedé con la rabia y la tristeza y ese dolor en el pecho que es muy profundo y no suelta tan fácil. No había necesidad de dar semejante golpe. Con un simple; - no te quiero mas, era suficiente.
Una nueva herida que penetró más que cualquier otra y me sangro hasta que la esperanza de que podríamos solucionarlo se fue, me quedo abierta. Tal vez porque en el fondo yo se la verdad, tal vez porque estoy obligada a aceptar lo inevitable. Quizás es hora de aceptar que el amor se esfumó hace demasiado tiempo, y la costumbre nos hizo quedarnos.