Cuándo se nubla tu corazón
y parece que todo va mal,
tu vida se llena en confusión
y no descubres más la ilusión,
cuándo la profunda obscuridad
inunda tu tierno amanecer
de fría y terrible soledad.
Cuándo los dolores te despiertan
y son tus compañeros de viaje,
cuándo cada día te recuerda
con profunda y obscura tristeza
esa tu fragilidad constante,
sutil paradoja inconcebible
entre tu fortaleza y carácter.
Cuando irrumpe esa realidad
con profunda desesperanza
cual arrasador huracán
o fiero tsunami de ultramar
que a la vulnerable costa arrasa,
como sádico terremoto
que a la lacerante tierra abraza.
Cuándo te veas a ti mismo
y ya no reconozcas tu faz,
si tu gallarda sonrisa se ha ido
y tu alegría se ha perdido
por estar buscando un lugar,
si tu realidad pareciera
solo un párvulo sueño fugaz.
Sosténte, no caigas, no claudiques,
no te ahogues en la tempestad,
no permitas que tu alma se achique
y que tu núbil vida compliques
al luchar contra tu adversidad,
pues en las tormentas más fieras
en ocasiones hay que soltar,
Pues el náufrago que sobrevive
no es aquel que puede nadar más,
sino el que en su espíritu resiste
y en constante voluntad persiste
que no se lucha contra el mar,
\"La pelea es contra uno mismo
para no rendir y claudicar\".
El vendaval de vivir se brega
dejándose en las olas arrastrar,
bajando en el ventarrón las velas,
permanecer con calma y paciencia
a los soplos de brisa arribar
para erguir prestamente el velamen
de tu barca, y los mares surcar.