La brisa de la tarde enternecida
acaricia la silueta de tu cuerpo de guitarra
tocando en cada vuelta
tu traje de rosa sin igual.
Una alondra en alto vuelo
te observa desde una nube entristecida
me envía una señal que atiendo. . .
Una luz, un lucero alumbra
la puerta de mi amante corazón.
Mujer de mis encantos
tu has nacido para amar y ser amada
por este humilde trovador,
en mi has dejado un lucero en mi corazón.