Dónde está la puerta para entrar en ti, para perderme en los recovecos de tu alma. Para vagar por tu cuerpo y descubrirte todo y saberte desnudo como una mañana.
Donde está la ventana para tocar tu luz, para herirme a sangre viva con tu mirada. Para verte todo como jamás te he visto y reconocerte mio, próximo y lejano.
Dónde está tu puerta, techo y ventana, la salida sin fin y también la estrecha entrada. Dónde están tus noches huérfanas de alba y la hora de siempre, húmeda de esperanza.