Sigue el dia sin parar
y brilla el sol en lo alto,
y a los pies de aquel barranco
oimos el lamentar
a la sombra de un gran arbol,
a un tomillo y a un romero
pues uno dice escuchar,
unas palabras que el viento
poco a poco hace llegar,
y parecen sufrimiento
del que las quiere contar.
En eso dice el romero,
oigo hablar al bosque
y no entiendo que me dice
le pregunto, y se esconde
bajo el suelo, en sus raices,
se mecen los pinos y arbustos
con la brisa de la noche,
y se oye el quejido de ramas
ese llanto casi oculto,
ese lamento sin nombre.
Se oyen llorar las piedras
si la atencion se la pones,
y el agua que se restriega
cuando baja por el monte.
Ese silencio que siento
al estar todo en la calma,
y que lo rompen las hojas
que se alejan de sus ramas
y aterrizan en el suelo.
Ese verde en las montañas
o el simple olor a romero,
que nos deja su fragancia.
Oigo, y no entiendo nada
de lo que quiere decir,
porque no usa las palabras
ni sabe tampoco escribir,
pero siento su tristeza
la que me hace sentir,
y siento que tiene una pena
y me la quiere decir
antes de que amanezca.
Vuelvo a prestar atencion
para poderlo escuchar,
y escucho unas palabras
que vienen del mas alla,
mezcla de ramas y aire
de piedras y manantial.
Y dicen en tono suave
que tenemos que ayudar,
a mantener nuestros bosques
limpios de suciedad,
que vigilemos al hombre
que no los pueda quemar
y que agradezcamos siempre,
lo que la tierra nos da.
El respeto hacia la tierra
nunca se debe perder,
y hay que ayudar a vencer
a la gente que no entienda,
lo que se tiene que hacer.