Era como el polvo
que cubre los muebles del salón:
¡Suciedad y ningun brillo!.
Hablaba y hablaba
para evitar escucharse.
Rodeado de gente respetable,
ocultaba sus miserias.
Ignorancia que opinaba
sobre cualquier tema.
Amaba de mentira.
Simulaba crecer,
mientras iba muriendo.
Su vida era tan prosaica,
que escribía poesia.
Místico con el corazon acelerado.
Vendía humo
en el mercado de la vida.
Olia a sudor,
bien vestido.
Besaba a plena luz
y daba golpes a obscuras.
Rezar con puñales escondidos.
Simpatía que se hacia frialdad
como el hielo al calor:
¡En poco tiempo!.