Desnuda,
tendida en la cama turca
del estudio blanco
donde mi imaginación
repudia la razón
y pinta la ficción
rizada de mi memoria;
preciosa,
un haz de luz la tatuaba
perfilando en blanco
la dermis de su postura,
deleitando su cintura
con adornos de escultura
de una esbeltez laudatoria...
... ¡ Un sueño fue sin historia.!