El rugido del viento en la tormenta
mostró lo endeble de mi pobre bote
que al impactar las olas salió a flote
el llanto de mi triste alma sedienta.
Fue entonces que te vi, en la mar violenta
caminar a pesar del fuerte azote,
mostrando tu poder como tu dote
y así librarme de una muerte lenta.
¡No me sueltes Señor,nunca,te pido
porque tiemblo cual niño sin tu abrazo!
Contigo es llevadero el recorrido
sintiéndome seguro en tu regazo.
Son muchas las tormentas que han surgido
haciéndose bonanza por tu brazo.
W.M®