Cientos de raíces brotan;
se enzarzan en la tierra.
No se apoyan, solo agarran
el suelo donde se asienta.
Los frutos cantan coloridos,
en armonía con la primavera.
La música de todos los años,
que a mi tanto me cautiva.
Su tronco vuelve a la vida,
el eterno ciclo del tiempo.
Cuando la nieve se descongela
y se termina el invierno.
De sus ramas sale un canto
en docenas de nidos.
Donde aves vuelan y pían,
juntos alegres con sus crías.
Un viento mece sus hojas,
con su natural sonido.
Mi memoria más antigua,
y yo con alegría sonrio.
Es mi árbol y solo mío,
es la vida, es mi lecho.
Su sombra me protege,
y yo, con cariño lo riego.