Te entiendo a la perfección Salieri.
Lleno de ira y sin compresión.
Lleno de preguntas sin respuestas.
Lleno de deseo y de anhelo.
Lleno de decepciones y desdicha.
Deseo la inocencia de Mozart pero
tan arraigada es la realidad,
que rompo en melancolía al igual que Salieri.
¡Oh!, Ese personaje llamado el sin valor que arrancado de su ira,
rompió en llanto al observar este mundo sin razonamiento, sin comprensión.
En el que la sociedad aclamaba a un bufón.
Donde Dios regalo dicho don a un ser tan pueril.
“Tales dones se los ofrecen a los incomprendidos que no valoran el significado de esa paz.”
¡No lo comprendo!
¡El no lo necesita, yo sí!
No lo soporto, necesito tocarlo.
Sentir que somos uno sólo.
Tal que un hijo está unido a madre.
Tal que tu corazón, motor de tu ser.
¡Oh, Dios!
¿Por qué él y no yo?
¡Yo!, que tanto te he querido.
¡Yo!, que con tanto esfuerzo te he venerado.
Tanto sacrificio…
¡No es justo!
Se acabó, tiene que ser mío.
Victoria Muller