jvnavarro
CUANDO UNA MANO SE EXTIENDE
Yo llego hasta allí
donde una mano se extiende,
donde el contacto
de unos dedos con otra mano
suponen el comienzo
de una aventura que de repente crece.
Yo se de los deseos que surgen
allí donde la noche nace,
y traen en grandes bocanadas de hielo
que en la boca se deshacen,
una musicalidad
que de repente se convierte
en la aliada perfecta
para que dos amantes se amen.
Yo voy recogiendo de los vientos
su ligera sonoridad
a arpa que suena,
en un concierto que trasmite
sensibilidades que se extienden,
a poco que el alma se abra
y deje
que dentro de ella
entren los acordes.
Testigo soy de aquello
que si se le pone nombre
solo es una aventura,
que no trasciende
más allá
de donde dos enamorados se quieren,
y sellan entre ellos
un acuerdo de amor latente.
Estoy en ese deleite
del músculo disidente,
de la mano que se deja llevar,
del amor que en cascadas fluye,
de ese interior del ser
allí donde crece
un extenso jardín,
del que brotan aguas milenarias
en las que se oyen,
los trinos incesantes
de inocentes avecillas
de múltiples colores,
con sus encantos y necesidades,
de ser amadas y queridas,
de no ser la escusa irritante,
de aquellos que ante sus desencantos
se enturbian para dejar ver
lo que no existe.
Así sea la vida esto,
pues que venga ella y no tarde.
He aquí digo,
a todos aquellos que vivimos
de lo que nos inspira el arte,
como los paisajes cambian
y vamos de una a otra parte,
dependiendo
de esos sentimientos superiores,
que no se dejan encadenar
y que son tan libres
que aun estando en la prisión
más absoluta del ser,
de donde son parte,
siempre en ellos se da
ese trozo de celestialidad aparente,
que sirve para decir
que somos de ella,
la soga que del pozo extrae,
el agua que sacia nuestra sed
cuando el cuerpo la pide.