Te convertiste en cascada
de un río en la selva de mis entrañas
y sin cesar desciendes
en los onirismos de mis noches
-ahora que mueren heridos-
caen tus aguas en la vacuidad
de mis horas sin compañía
en lontananza te toco
-ínfima partícula de avidez y beldad-
tengo oídos en mis falanges
y percibo la sinfonía de tu piel