Palpitan el silencio y la espera.
Mientras tanto, la telaraña se construye.
En ella no hay interés por conseguir deseos,
querencias… ni tampoco ningún futuro inmediato.
La telaraña se ha construido con
la única intención de hacer suyo
lo que su naturaleza obliga,
mientras que, con cuidado,
deja que se cristalice la indiferencia
antes de cualquier posible bienvenida.