Raiza N. Jiménez E.

A Mi Manera.-

 

Viniste a mí, sigiloso, contando cada paso.

No me sorprendió dicho andar, para nada.

 Pero, fui observante de tus fuertes trazos.

Mi apostilla a tal creencia, fue condonada.

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Qué dirían si me ven, hincada en tu regazo.

Llego a creer que, mi madre, está enterada.

Camina de un lado a otro, con largos pasos.

Y nunca se aleja del adjetivo: desamparada.

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Yo digo que, mi madre, fue certera conmigo.

Nunca me dejó sola, iba y venía, con el Rezo.

Su Rosario de, mi amor, fue devoto y testigo.

Mi madre me asfixiaba, yo lo sé y lo confieso.

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¿Cuánto dolor, la recordación, nos muestra?

El tiempo pasó y no hay, ni padre, ni madre.

Sólo un leve recuerdo de la Señora Maestra.

Hay paz, para que el alma, no se me desgarre.

Corolario:

A todos, sin excepción, nos aguarda la Parca.

Se cauto, ya que, por amor, uno se embarca.