POEMA DEL AMOR PERDIDO.
Señora, deje su actitud triunfante.
Ya sé que ha conseguido un nuevo amante.
Y sé que tiene lista mi suplencia,
en usted no me asombra, es su tendencia.
Ignoro si el que tiene la merece,
la rosa en el desierto no florece.
Sé que el que la posee es un pelmazo,
y que lo exhibe como reemplazo.
De usted no va quedando ni la sombra,
solo queda el hastío que la nombra.
Y no estoy discutiendo su derecho,
de compartir con quien quiera su lecho.
Sigue siendo la dueña de sus actos,
y a conseguir amores putrefactos.
Perdón si le molestan mis palabras,
usted siga pastando con sus cabras.
Que al fin lo que le digo no interesa,
pero quiero, disculpe mi franqueza.
No piense que respiro por la herida,
su dicha es muy “divina”, aunque fingida.
Pero una cosa si le advierto y digo,
usted señora soñará conmigo.
Su amor por ese otro nada es,
nada es ahora… Ni será después.
¿Qué la amé? Puede usted hacer alarde,
pero para olvidarme ya es muy tarde.
No me podrá olvidar, lo ha comprobado,
sé muy bien que entre llanto me ha nombrado.
Y puede usted pensar que todo pasa,
donde hubo fuego siempre habrá una brasa.
Su amor lejano sigue siendo mío,
como la playa es propiedad del río.
KIN MEJÍA OSPINA