lorenzo salamanca garcia

EL JARDIN DEL PUEBLO

Asi llamamos al lugar

donde jugabamos de niños

y que continua siendo espacio

de encuentro para los mayores.

Como si el tiempo no pasara.

En él, aun subsiste, una cruz ferrea

de los vencedores

de una absurda guerra,

apoyada por una iglesia,

nada evangelica.
Hoy paseo por ese lugar,
a lo sombra de unos arboles,
que permanecen en el mismo sitio, ajenos al tiempo que pasa.
A su cabecera, una ermita

guarda la imagen de un crucificado,

al que venera todo el pueblo,

como si fuera su emblema.

Los reales, anonimos y desconocidos, pasean cada dia nuestro lado.

Pero pareciera

que nos hemos vuelto ciegos.
A sus pies, un fronton donde se jugaba a la pelota a mano

y no dolia.

Allí  en estos días tocan las orquestas,

que animan a los vecinos en las fiestas del pueblo,

cada vez mas reducido. 
Por detrás, un parque infantil

donde solo un tobogan,

como si fuera un simbolo,

ha resistido todas las reformas 

que la modernidad ha traido.

Ese lugar es como la cabellera despeinada del pueblo.

Lo que le hace reconocible.
Sus bancos de piedra

han sido testigos mudos del dolor,

de alguna muerte en su desfile

hacia el cementerio.

En ellos tambien ha reposado

el amor adolescente,

recien estrenado,

en noches sin luna.