Desde y hasta
Préstame tu voz, amada, déjame oirla,
esas voces tuyas con que parlan las aves,
que al susurrarle al viento su idioma imaginario
le va trazando rutas al aire y a los pájaros.
Quiero escuchar la luz que brilla en tu mirada
cuando miras los astros, cuando ves a los ángeles
y viajas en el tiempo que tú llevas sin verme
hasta la distancia que une nuestras almas.
Para que nada estorbe que nada nos separe,
que tu voz permanezca permanente en tus labios
mostrándome tus sueños, tus amores, tus ansias
más allá del presente que apenas comprendemos
hasta el futuro incierto repleto de presagios
amargos, insondables, intrincados, lejanos.