Llegas cual náyade arbórea,
como princesa omnímoda en un mundo
de oro… como una niña.
Escucho tu voz en penumbra y asiento
tus palabras, salpimentadas
de perfume al viento…
En un mundo de vértigo descubro tus esencias
y siento la distancia cual daga en mis adentros…
Y como el río que siempre encuentra salida al mar,
así consigo siempre que vuelvas a mí…
¡Oh princesa del tiempo!