Sin darme cuenta y con el tiempo,
me he vestido de tus tardes,
tus mañanas y tus días.
He tomado sorbos de tus pasos presurosos
y respiro cada día del oxígeno
que purifica tu presencia,
como la lluvia suave de tu pelo
que recobra el extravío de mis manos
y conduce el respirar de mis anhelos.
Te presiento en la penumbra de mis sueños
como la suave realidad de mis quimeras
como el abrazo que entre besos aún me quema
y como flor que del rosal es la más bella.
Y ya tan cerca de mi anhelo y la promesa
de envejecer al ritmo suave de los años…
y ya sin frío, en la hoguera de tus brazos,
enfilo al sueño del final de la jornada,
me redescubro como amante sin horario
y voy cerrando el libro diario y mi poemario.
El tiempo avanza, la vida sigue, el alma viaja,
estoy de paso, lo sabes bien y, mientras tanto,
te vuelvo a amar con adultez en nuestro espacio
para que, al fin, ya sin palabras ni escenarios
hagamos juntos del Amor un buen legado.