Alejandro José Diaz Valero

Fábula de un abandonado y un tabernero

A veces el despertarse súbitamente puede hacer añicos nuestros sueños. (Alejandro Díaz)

 

Sirva un trago tabernero,

sírvalo de inmediato por favor

que aunque no soy gran bebedor

embriagarme hoy es lo que quiero;

para ver si olvido, compañero,

que mi mujer, dama de etiqueta

ha dejado abandonado

el rancho que le había comprado,

este humilde y soñador poeta,

llevándose las dos maletas

Con todo  el dinero que tenía ahorrado.

Y el tabernero miró extrañado,

y empujando mi silla con su pierna

me echó el muy vil de la taberna,

diciéndome: estimado caballero

si a usted lo dejaron sin dinero,

seguro sus bolsillos están en huelga

y eso me impide que lo atienda

porque aquí no aceptamos pordioseros.

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