Zurda infinita, mundos en paralelo,
unidos en el cielo lleno de potreros,
rondando estadios de ojos de cielo.
Diego, Leo, años, millones de peros,
antigua cruz del sur sobre una bota,
imán de la gloria más cerca del cero.
Nadie lo dice: el tiempo se agota;
fallar no es posible en estas arenas,
intiman el viento, la luz, la pelota.
Ninguna pena, con un 10, es pena
insomne, obligada a vagar eterna.
Tanto dios negado a la última cena,
alejando la muerte con sus piernas.