Shalom Aperrigue Lira

Un año digno de ser vivido

En el vaivén de la vida, ascensos y descensos se suceden,

como mareas en un océano de incertidumbre.

La depresión, sombra oscura, enreda su manto,

un laberinto de desánimos que se despliega en la travesía.

 

En este diciembre de existencia, los logros son estrellas fugaces,

destellos efímeros en la vastedad de la noche.

 

La felicidad, un río que serpentea entre los guijarros,

a veces turbulento, otras, plácido en su devenir.

 

Vivir, oh qué extraordinario privilegio,

una danza de luces y sombras, de claroscuros.

 

En el eco de las conexiones humanas, encuentro refugio,

un lazo tejido con los hilos sutiles de la empatía.

 

En la penumbra de la depresión, se fragua la resiliencia,

una fuerza callada que emerge de la oscuridad.

 

Los logros, aunque efímeros, son faros en la tormenta,

guiándonos a través del laberinto de la propia mente.

 

La felicidad, frágil mariposa, se posa en momentos inesperados,

un regalo que acaricia el alma y da sentido al viaje.

 

Y en este diciembre de reflexiones, celebro la vida,

sus altibajos, sus sinfonías y silencios profundos.

 

Las conexiones humanas, como puentes sobre aguas turbulentas,

son anclas que sostienen el corazón en la tempestad.

 

En honor a este diciembre, abrazo la complejidad de vivir,

un poema en constante construcción, un canto a lo insondable.