La brisa matutina asoma
cual canto de sabana entona
meciendo las palmeras con su voz.
El rocío de la mañana pertinaz
se acerca hasta tu rostro virginal.
Un murmullo llega hasta el oído
susurra tu nombre de mujer encantadora
lo pronuncia una y otra vez.
El mismo despierta mis sentidos
cual eco enamorado.
Tu presencia en mi existir
hace que te escriba siempre
con la tinta indeleble de mi corazón.
Un pincel de nácar apunta
tu nombre de mujer sublime
sobre el tapiz con los colores del arco iris,
adornando con pétalos de rosa
tu más tierna figura angelical.