Deambulando en niebla me encontraba
y sin palpar la Luz de la salida,
de pronto mi alma por tu mano asida
me alejó de la muerte que cercaba,
que con labios negruzcos azuzaba
a sus huestes de sombras por mi vida.
Gracias por suturar mi abierta herida
devolviéndome el bien que antes gozaba.
¿Qué ofrenda te daré por mí mi amado,
cuando tu amor compró mi libertad?
Será dejarte aquí un verso plasmado
dándote eternas gracias; tu bondad
en un momento oscuro me ha alcanzado
colmándome de luces y verdad.
W.M®