Amada mía:
No importa que pase el tiempo
y quiebre toda mi piel;
que el tiempo engendre ceguera,
pues siempre yo te veré...
El sol se podrá apagar
y hasta el día oscurecer
pero siempre, lo aseguro,
más profundo te amaré...
Amada mía:
Dueña de mis sentimientos,
del amor y de mi ser;
si me marcho, nunca olvides,
que jamás yo te olvidé.
Cuando cerca esté la muerte
como todo anochecer,
en el último suspiro,
¡cuánto te amo, te diré...!
Amada mía:
Y si muerto yo me encuentro
en mi féretro, tal vez,
ten presente amada mía
que en mis letras… ¡viviré!
Cuando marche a mi sepulcro
algo tú debes saber:
que los besos que me diste,
me los llevaré en la piel.
Y no llores, vida mía,
porque alegré moriré
al saberte al lado mío
con tu suave y linda tez,
con tu aroma jardinero
y tus besos como miel,
que se irán hasta mi tumba
a las cuatro y dieciséis.