Verte a lo lejos fue algo hermoso,
como observar una noche estrellada,
brillos fugaces y distantes,
desde la cima de una montaña,
libre y con el alma enamorada.
Observarte sonreír me pareció algo riesgoso,
podría perderme,
podría encontrarme,
podría caer,
podría levantarme...
podría enamorarme.
Pero mirarte a los ojos me resultó aún más peligroso,
me quedé en blanco,
me cambió el semblante,
sin palabras, sin ideas, sin pensamientos,
quedé perdido...
por ese instante.