Te desnudé tu cuerpo
una mañana;
te vestí de princesa
una corona de diamantes
sobre tu cabeza
un zarcillo de luna
colgué en tu oreja.
Te conquisté el corazón
con escudos y espadas
usados en las cruzadas
del amor a cristo
aunque cristo, no estaba.
Te alquilé el alma
con una farola de la calle
alumbrando mi porvenir
mis anhelos, mis deseos
más mundanos,
banales…
Te mostré mis sentimientos
claros como el agua
resplandecientes
como el sol en tus cabellos.
Deslumbrando tu despertar
con mi cuerpo, con tu aroma;
mi pecho ahuecado
quiere salir
mostrarte que eres un rubí
piedra preciosa de mi lamento
Te di mi amor más sincero
el que resuena por las noches
en tu nido de amor, congelado
de recuerdos.
Que te envuelven
de miedos, que desaparecen
cuando me nombras en tu almohada;
dudas las necesarias para mantenerte
en vilo cuando la noche está calma.
Siento tu respiración
aunque no me hablas
mis dedos se aceleran
como las neuronas en mi cabeza
cuando te siento conmigo
aunque sea a la distancia.
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